Churchill en su Hora Más Oscura

Hace unas semanas se estrenó en España la película El instante más oscuro (Darkest Hour, es su título original), que el pasado 23 de enero fue nominada a seis Premios Óscar de la Academia de Hollywood. Estoy deseando verla. Gary Oldman, que ya se alzó con el premio del Gremio de Actores, parece decidido a llevarse la preciada estatuilla por su soberbia interpretación de Winston Churchill.

La película narra los momentos cruciales que vivió Europa cuando Hitler, después de conquistar medio continente, parecía resuelto a invadir Inglaterra. Churchill -en su hora más oscura- tomó una gran decisión: enfrentarse a los nazis en soledad, en lugar de pactar con ellos.

Qué decir de Churchill… Destacó por su tenacidad, por sus dotes de oratoria y, sobre todo, por su carisma y por su capacidad de liderazgo en uno de los momentos más difíciles en la historia de Europa. “¡¡¡No puedes razonar con un tigre cuando tienes la cabeza en su boca!!!”, gritaba a aquellos que querían negociar con Hitler cuando estaba a punto de invadir la Isla.

Churchill tomó una gran decisión: enfrentarse a los nazis en soledad, en lugar de pactar con ellos.

Con tan solo 25 años ganó un escaño en la Cámara de los Comunes. Sin embargo, la Historia le tenía reservado un lugar trascendental. Pero para ello, tuvo que esperar 40 años. No fue elegido Primer Ministro hasta 1940, tras la dimisión de Neville Chamberlain. Camino de Buckingham Palace para verse con el Rey Jorge VI, Churchill, a la edad de 65 años, reflexionaba: “Tenía la sensación de estar caminando por el destino y de que toda mi vida pasada había sido solo una preparación para esa hora y esa prueba”.

Por mi profesión, me seduce la figura de Churchill como uno de los oradores más importantes del siglo XX. Fueron muchas las veces que habló en público a su país. Para la historia ha quedado su famoso discurso ante la Cámara de los Comunes, el 13 de mayo de 1940. Sobre todo por la célebre frase con la que comenzaba su alegato: “no tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”; pero que terminaba alzándose por encima del derrotismo: “¿cuál es nuestro objetivo? Puedo responder en una palabra: Victoria. Victoria a toda costa. Victoria a pesar de todo terror. Victoria, por muy largo y duro que sea el camino, porque sin victoria no hay supervivencia”.

Como anécdota, en 2010 la casa inglesa de subastas Keys Auctioneers subastó la dentadura postiza de Churchill. Las noticias de entonces se hicieron eco de algo que ya se sabía: el ceceo que sufría el mandatario británico. Lo que algunos desconocíamos era que los médicos diseñaban aquellas prótesis dentales para asegurar que Churchill mantuviera su disartria, con el fin de disimular su ceceo de nacimiento. Como señaló la Agencia de noticias Reuters, a propósito de aquella singular subasta, “Churchill vivía con temor a perder sus prótesis y por tanto su forma de hablar, e insistió en tener a mano siempre dentaduras postizas”.

Los médicos diseñaban sus prótesis dentales con el fin de disimular su ceceo de nacimiento.

Sea como fuere, está documentado que Churchill ya destacó de joven como un gran orador, cuando su ceceo era evidente y no podía disimularlo con ninguna prótesis dental. Ganó diversos concursos de oratoria en la escuela y fueron su afán de superación, su tesón y constancia los que le ayudaron a superar sus problemas de dicción.

Estatua de Winston Churchill frente a Westminster
Foto de Arthur Osipyan de Unsplash

Churchill destacó también como un brillante escritor. En 1953 recibió el Premio Nobel de Literatura. La Academia destacó «su maestría en la descripción histórica y biográfica, así como su brillante oratoria en la defensa de los valores humanos».

Más allá del literato y el orador, el siglo XX tuvo la fortuna de contar con un estadista irrepetible, un líder para el pueblo británico, clave para que Inglaterra y el resto de Europa sobrevivieran a la tiranía nazi.

“Inglaterra tenía un corazón de león, yo solo puse el rugido”, solía decir.

Contemplando su legado, las comparaciones son irremediables ¿Existen líderes a la altura de las circunstancias políticas, sociales y tecnológicas de hoy en día? Una pregunta incómoda, sobre todo para una vieja Europa de la que, en breve, Reino Unido se separará. Seguro que Churchill habría encontrado un buen discurso para permanecer unidos.

Nota del autor: este texto es una versión extendida del artículo publicado en Diario de Almería, el 24 de enero de 2018.

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